Y el claro amanecer
De toda la Oscuridad.
En Nod, donde la luz
Del Paraíso alumbra
El azabache nocturno
Y gotas de nuestros padres
Mojan y ablandan el suelo.
De nos, todos y cada uno,
Decidimos poder como
Quisiéramos vivir y
Coger nuestros alimentos
De las entrañas de la tierra.
Yo, primogénito Caín,
Con útiles puntiagudos,
Planté semillas oscuras,
Las regué dentro de la tierra,
Las cuidé, las vi crecer.
Él, segundogénito Abel,
Cuidó de los animales,
Ayudó en sus sangrientos
Partos, los alimentó,
Y también los vio crecer.
Yo lo amaba, a mi hermano.
Él, él era el más brillante,
El más dulce, el más fuerte.
Él era la primera parte
De toda mí alegría.
Entonces, en un día
De abril, nuestro Padre dijo:
"Caín, Abel, un regalo
A Aquél en lo Alto debéis
Hacer, un sacrificio -
Un don de la prima parte
De todo cuanto tenéis".
Yo, primogénito Caín,
Recolecté tiernos brotes,
Y los frutos más brillantes,
Y la yerba más fresca.
Y él, segundogénito Abel,
Sacrificó el más joven,
El más fuerte, el más tierno
De todos sus animales.
Sobre el altar de nuestro Padre
Posamos los sacrificios
Y prendimos fuego so ellos,
Y el humo se los llevó
Hacia Aquél en lo Alto.
El sacrificio de Abel,
Segundogénito, olió
Dulce a Aquél en lo Alto,
Y Abel fue bendecido.
Yo, primogénito Caín,
Fui golpeado desde lo lejos
Por una severa palabra
Y una maldición, pues indigno
Resultó mi sacrificio.
Miré el sacrificio de Abel,
Todavía humeante,
La carne, la sangre.
Lloré, me tapé los ojos,
Oré de día y de noche.
Y cuando nuestro Padre dijo:
"El tiempo del sacrificio
Ha llegado ya de nuevo".
Y Abel condujo su más joven,
Su más tierno, más amado
Hacia el fuego sacrificial.
Yo no llevé mi más joven,
Mi más tierno, pues sabía
Que Aquél en lo Alto
De ningún modo los querría.
Y mi hermano, querido Abel,
Me dijo: "Caín, no has traído
Un sacrificio, un regalo
De la prima parte de
Tu alegría, para quemarlo
En la ara de Aquél en lo Alto".
Yo lloré lágrimas de amor
Cuando, con mis útiles
Puntiagudos, sacrifiqué
Aquello que era la parte
Primera de mi alegría,
Mi hermano.
Y la Sangre de Abel
Cubrió el altar, y olía
Dulce mientras ardía.
Pero mi Padre dijo:
"Maldito estás, Caín,
Quien mataste a tu hermano.
Como yo fui expulsado,
Así lo serás tú".
Y Él me exilió
A vagar en la oscuridad,
La tierra de Nod.
Me precipité en la Oscuridad.
No vi ninguna luz
Y estaba asustado.
Y solo.
1 comentarios:
Juaz!. la tierra de nod....
ke belleza.de poema...
mmm...
bienvenidoz.somos.a.la.tierra.de.nod
eAEAEA!!!
el.pekado.es.lo.k.noz.hace.chhiiidoooz
jijiji
buenaz.vibraz
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